daniela romero
CAMPOS ARTÍSTICOS EN DORIS SALCEDO
El presente ensayo tiene como objetivo hacer un análisis de tres instalaciones de la artista bogotana Doris Salcedo (una artista que protege su intimidad y trabajo de las trampas del poder) enmarcado dentro de la propuesta de Pierre Bourdieu, quien hace referencia a los campos que se deben tener en cuenta para un análisis científico de la obra artística.
Pierre Bourdieu en su texto “El campo literario. Prerrequisitos críticos y principios de método” hace referencia a tres momentos necesarios y ligados en la ciencia de un hecho artístico, el primero es el campo de poder con el cual establece relación el campo artístico1, el segundo tiene que ver con las relaciones objetivas con el campo artístico de producción cultural e intelectual legitimadas y el tercero es el habitus que define como un sistema de disposiciones que son el producto de la interiorización de un tipo determinado de condición económica y social, estas disposiciones ubican al artista y su obra dentro de un campo de producción cultural y las clases dominantes que le proporcionan una ocasión para actualizarse. A través de estos campos Bourdieu busca que el análisis científico de la obra de arte comprenda las fuerzas que la constituyen.
Con base en los principios presentados en el párrafo anterior se busca exponer y entender los campos de poder, culturales e intelectuales y el sistema de valores económicos y sociales (es decir, el habitus) en el que enmarcan tres de su obras: Atrabiliarios (1992), Palacio de justicia (2002) y Acción de duelo. Plaza de Bolívar, Bogotá (2007), esto nos permitirá entender las fuerzas que las producen, los sentidos que encierran, la relación entre la forma y sus contenidos, sus influencias y la relación de dichas obras o campos artísticos como las denomina Bordieu, con la sociedad colombiana.
Doris Salcedo presenta una serie de objetos que leídos dentro del campo de poder representan la problemática de violencia y desplazamiento que sufre nuestro país, es el caso de obras como Atrabiliarios (1992) y Palacio de justicia (2002). Atrabiliarios es una colección de cientos de zapatos de mujeres envueltos en fibra de animal, muchos de ellos pertenecientes a víctimas de asesinatos y maltrato, los cuales ubica en nichos que recuerdan los cementerios; Palacio de Justicia es una instalación de 280 sillas de madera que quedaron después de la toma del antiguo palacio. En Acción de duelo, la artista encendió 24 mil velas en la Plaza de Bolívar como protesta por los 11 diputados del Valle del Cauca muertos mientras estaban secuestrados por las Farc. Existen además otras obras sin título expuestas en galerías en las que a través del uso de materiales orgánicos y objetos cotidianos crea metáforas del cuerpo humano, del encierro y la violencia al que este es sometido. Un ejemplo de estas, es una cuna que envuelve con piel de animal y alambre de púas o un saco doblado que sella en un bloque de cemento.
El campo artístico de la obra de Doris Salcedo es el arte contemporáneo el cual para ella, cambió la percepción del artista. “En otros tiempos se decía que era un genio, se inspiraba y producía cosas porque era muy talentoso; hoy, este concepto está pasado de moda, fuera de lugar mandado a recoger. Ya no es el genio, ya no es Picasso, ahora tiene un papel mucho más humilde; entonces necesita educarse, leer; beber de una cantidad de gente con ideas extraordinarias que se toman, se elaboran, se cruzan con otras y se incluyen en el trabajo”. Para ello utiliza la instalación, esta técnica es acorde con el campo de poder que pretende narrar, ya que a través del uso de objetos cotidianos de las víctimas de la violencia en Colombia, desacraliza y expande la imagen del artista y del arte, circunscrito tradicionalmente en nuestra realidad a la línea finita de la galería, de la estatua cerrada. El montaje sigue los principios de Pierre Duchamp propuestos a comienzos del siglo XX con obras de carácter efímero, aleatorio y absurdo que se exponían en los techos, las paredes y el suelo de las galerías y en las calles de la ciudad, buscando oponerse a la obra de arte como un objeto de consumo y de comercialización.
A través de la instalación abre la figura y encierra en ella la atmósfera de violencia que la circunda, busca que la vida de la víctima continúe en nosotros con la misma precariedad en la que existieron utilizando objetos abandonados y reciclados que ocupan el lugar de la presencia del cuerpo ausente, configurando el espacio, es decir se cambia la disposición del objeto, su sentido, y este mismo se convierte en un nuevo espacio.
Doris Salcedo busca no sólo llevar el arte a la realidad sino hacerle contrapeso al horror de la tragedia estableciendo conexiones entre la soledad, el abandono, la falta de presencia y la ausencia de los desplazados en nuestra sociedad, con muchos habitantes y artistas que permanecen ajenos e insensibles a dicha problemática. Obras como Palacio de justicia y fueron ubicadas en espacios cotidianos como la Plaza de Bolívar y los muros del Palacio de Justicia, porque considera que es nuestra cotidianidad la que se debe ver afectada, tocada por un relato que en muchas ocasiones pareciera que es sólo de las víctimas.
Este análisis también nos permite ver la forma como el campo artístico de Doris Salcedo se ubica dentro de un sistema de valores económicos, históricos, sociales y culturales propios de la realidad colombiana: “Ella pertenece a una generación que ha estado expuesta al desplazamiento, a ver imágenes de horror como algo cotidiano, a estar en medio de fuerzas políticas polarizadas; una generación que ronda hoy los 50 años, inmersa en un país particularmente violento para la cual es casi imposible no tener una mirada política del entorno. Su trabajo proviene de un país desmembrado, semidestruido, desarticulado pero al mismo tiempo con una gran capacidad para elaborar la realidad de lo que está pasando”2. Es por eso que su obra pretende recuperar una memoria colectiva y evidenciar las distintas formas en las que opera el miedo, un miedo que en nuestra sociedad se ha convertido en un mecanismo de poder que es utilizado para esconder y manipular la información, es por eso que en muchos casos las víctimas se convierten en culpables y los culpables son victimizados, en otros las víctimas se convierten en un número que utilizan para validar su discurso. Cuando vemos las obras de Doris Salcedo mencionadas en este ensayo logramos acercarnos a la persona que hay detrás de ese número, los objetos sellados con cemento o la recolección de las sillas no es un ejercicio simple de reciclaje, logran mostrarnos las historias que hay encerradas en ellos.
El miedo nos lleva a protegernos, a resguardarnos en lugares seguros que operan como antídotos frente al dolor del otro, sin embargo, como lo plantea Salcedo a través de sus obras es necesario recuperar esa memoria dolorosa y actual de heridas que necesitan sanarse.
El trabajo de Doris Salcedo, nos muestra una transformación del espacio a través del nuevo sentido que adquieren los objetos, estos modifican su valor de uso para ser simbólico, comunican, crean una ruta mediada por la percepción, la sensación, la emoción y el sentimiento que produce en el espectador: “Al salir de la exposición, el sentimiento es de vulnerabilidad y desazón. Uno se alcanza a preguntar qué tan responsables somos de las violencias y fisuras de nuestras sociedades. Quizás ese sea el propósito del arte: movilizar e impresionar al espectador al cuestionarle su papel en fenómenos actuales de violencia y exclusión. El espectador ciertamente, participa y completa el mensaje de la obra.”
Los tres campos de análisis planteados por Bourdieu nos permiten ver la obra como un campo, como un espacio particular cargado de tensiones, que resume la historia de la humanidad en una gigantesca abreviatura. El resultado de su procedimiento consiste en que en la obra queda conservada y superada la obra de una vida, en la obra de una vida una época, y en la época el decurso de la historia”3, es decir, que nos permite superar viejas posiciones que leen el arte como una obra acabada y producto del genio, de la inspiración y del talento de un ser humano en particular para entender y reconocer el proceso de conocimiento e investigación que tiene que llevar a cabo el artista para generar su obra.
CAMPOS ARTÍSTICOS EN DORIS SALCEDO
El presente ensayo tiene como objetivo hacer un análisis de tres instalaciones de la artista bogotana Doris Salcedo (una artista que protege su intimidad y trabajo de las trampas del poder) enmarcado dentro de la propuesta de Pierre Bourdieu, quien hace referencia a los campos que se deben tener en cuenta para un análisis científico de la obra artística.
Pierre Bourdieu en su texto “El campo literario. Prerrequisitos críticos y principios de método” hace referencia a tres momentos necesarios y ligados en la ciencia de un hecho artístico, el primero es el campo de poder con el cual establece relación el campo artístico1, el segundo tiene que ver con las relaciones objetivas con el campo artístico de producción cultural e intelectual legitimadas y el tercero es el habitus que define como un sistema de disposiciones que son el producto de la interiorización de un tipo determinado de condición económica y social, estas disposiciones ubican al artista y su obra dentro de un campo de producción cultural y las clases dominantes que le proporcionan una ocasión para actualizarse. A través de estos campos Bourdieu busca que el análisis científico de la obra de arte comprenda las fuerzas que la constituyen.
Con base en los principios presentados en el párrafo anterior se busca exponer y entender los campos de poder, culturales e intelectuales y el sistema de valores económicos y sociales (es decir, el habitus) en el que enmarcan tres de su obras: Atrabiliarios (1992), Palacio de justicia (2002) y Acción de duelo. Plaza de Bolívar, Bogotá (2007), esto nos permitirá entender las fuerzas que las producen, los sentidos que encierran, la relación entre la forma y sus contenidos, sus influencias y la relación de dichas obras o campos artísticos como las denomina Bordieu, con la sociedad colombiana.
Doris Salcedo presenta una serie de objetos que leídos dentro del campo de poder representan la problemática de violencia y desplazamiento que sufre nuestro país, es el caso de obras como Atrabiliarios (1992) y Palacio de justicia (2002). Atrabiliarios es una colección de cientos de zapatos de mujeres envueltos en fibra de animal, muchos de ellos pertenecientes a víctimas de asesinatos y maltrato, los cuales ubica en nichos que recuerdan los cementerios; Palacio de Justicia es una instalación de 280 sillas de madera que quedaron después de la toma del antiguo palacio. En Acción de duelo, la artista encendió 24 mil velas en la Plaza de Bolívar como protesta por los 11 diputados del Valle del Cauca muertos mientras estaban secuestrados por las Farc. Existen además otras obras sin título expuestas en galerías en las que a través del uso de materiales orgánicos y objetos cotidianos crea metáforas del cuerpo humano, del encierro y la violencia al que este es sometido. Un ejemplo de estas, es una cuna que envuelve con piel de animal y alambre de púas o un saco doblado que sella en un bloque de cemento.
El campo artístico de la obra de Doris Salcedo es el arte contemporáneo el cual para ella, cambió la percepción del artista. “En otros tiempos se decía que era un genio, se inspiraba y producía cosas porque era muy talentoso; hoy, este concepto está pasado de moda, fuera de lugar mandado a recoger. Ya no es el genio, ya no es Picasso, ahora tiene un papel mucho más humilde; entonces necesita educarse, leer; beber de una cantidad de gente con ideas extraordinarias que se toman, se elaboran, se cruzan con otras y se incluyen en el trabajo”. Para ello utiliza la instalación, esta técnica es acorde con el campo de poder que pretende narrar, ya que a través del uso de objetos cotidianos de las víctimas de la violencia en Colombia, desacraliza y expande la imagen del artista y del arte, circunscrito tradicionalmente en nuestra realidad a la línea finita de la galería, de la estatua cerrada. El montaje sigue los principios de Pierre Duchamp propuestos a comienzos del siglo XX con obras de carácter efímero, aleatorio y absurdo que se exponían en los techos, las paredes y el suelo de las galerías y en las calles de la ciudad, buscando oponerse a la obra de arte como un objeto de consumo y de comercialización.
A través de la instalación abre la figura y encierra en ella la atmósfera de violencia que la circunda, busca que la vida de la víctima continúe en nosotros con la misma precariedad en la que existieron utilizando objetos abandonados y reciclados que ocupan el lugar de la presencia del cuerpo ausente, configurando el espacio, es decir se cambia la disposición del objeto, su sentido, y este mismo se convierte en un nuevo espacio.
Doris Salcedo busca no sólo llevar el arte a la realidad sino hacerle contrapeso al horror de la tragedia estableciendo conexiones entre la soledad, el abandono, la falta de presencia y la ausencia de los desplazados en nuestra sociedad, con muchos habitantes y artistas que permanecen ajenos e insensibles a dicha problemática. Obras como Palacio de justicia y fueron ubicadas en espacios cotidianos como la Plaza de Bolívar y los muros del Palacio de Justicia, porque considera que es nuestra cotidianidad la que se debe ver afectada, tocada por un relato que en muchas ocasiones pareciera que es sólo de las víctimas.
Este análisis también nos permite ver la forma como el campo artístico de Doris Salcedo se ubica dentro de un sistema de valores económicos, históricos, sociales y culturales propios de la realidad colombiana: “Ella pertenece a una generación que ha estado expuesta al desplazamiento, a ver imágenes de horror como algo cotidiano, a estar en medio de fuerzas políticas polarizadas; una generación que ronda hoy los 50 años, inmersa en un país particularmente violento para la cual es casi imposible no tener una mirada política del entorno. Su trabajo proviene de un país desmembrado, semidestruido, desarticulado pero al mismo tiempo con una gran capacidad para elaborar la realidad de lo que está pasando”2. Es por eso que su obra pretende recuperar una memoria colectiva y evidenciar las distintas formas en las que opera el miedo, un miedo que en nuestra sociedad se ha convertido en un mecanismo de poder que es utilizado para esconder y manipular la información, es por eso que en muchos casos las víctimas se convierten en culpables y los culpables son victimizados, en otros las víctimas se convierten en un número que utilizan para validar su discurso. Cuando vemos las obras de Doris Salcedo mencionadas en este ensayo logramos acercarnos a la persona que hay detrás de ese número, los objetos sellados con cemento o la recolección de las sillas no es un ejercicio simple de reciclaje, logran mostrarnos las historias que hay encerradas en ellos.
El miedo nos lleva a protegernos, a resguardarnos en lugares seguros que operan como antídotos frente al dolor del otro, sin embargo, como lo plantea Salcedo a través de sus obras es necesario recuperar esa memoria dolorosa y actual de heridas que necesitan sanarse.
El trabajo de Doris Salcedo, nos muestra una transformación del espacio a través del nuevo sentido que adquieren los objetos, estos modifican su valor de uso para ser simbólico, comunican, crean una ruta mediada por la percepción, la sensación, la emoción y el sentimiento que produce en el espectador: “Al salir de la exposición, el sentimiento es de vulnerabilidad y desazón. Uno se alcanza a preguntar qué tan responsables somos de las violencias y fisuras de nuestras sociedades. Quizás ese sea el propósito del arte: movilizar e impresionar al espectador al cuestionarle su papel en fenómenos actuales de violencia y exclusión. El espectador ciertamente, participa y completa el mensaje de la obra.”
Los tres campos de análisis planteados por Bourdieu nos permiten ver la obra como un campo, como un espacio particular cargado de tensiones, que resume la historia de la humanidad en una gigantesca abreviatura. El resultado de su procedimiento consiste en que en la obra queda conservada y superada la obra de una vida, en la obra de una vida una época, y en la época el decurso de la historia”3, es decir, que nos permite superar viejas posiciones que leen el arte como una obra acabada y producto del genio, de la inspiración y del talento de un ser humano en particular para entender y reconocer el proceso de conocimiento e investigación que tiene que llevar a cabo el artista para generar su obra.
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